En esta entrada vamos a hablar de un interesante concepto económico: el efecto rebote y su versión más extrema, la Paradoja de Jevons. William Stanley Jevons (1835-1882) planteó los principios del efecto rebote en su obra La Cuestión del Carbón (1865). Jevons constató que el consumo de carbón había aumentado en Inglaterra tras la invención de la máquina de vapor de James Watt (1736-1819). La máquina, alimentada con carbón, necesitaba menos combustible que los modelos anteriores por lo que fue más atractiva para las industrias y su uso se extendió. Aunque la máquina necesitaba menos carbón se usaba en más fábricas y por tanto el consumo total de carbón en Inglaterra aumentó.
Resulta lógico pensar que una mejora en la productividad de un determinado input (mayor cantidad de ese elemento por unidad de trabajo) debería traducirse en una reducción del consumo de ese input. Sin embargo parte, todo o incluso más, de ese ahorro sería anulado por el llamado efecto rebote. Al aumentar la eficiencia en la producción se reduce su coste y por tanto aumenta su demanda, a su vez la fuerza de esa demanda determinará la magnitud del efecto rebote, reduciendo el ahorro esperado o incluso anulándolo.
La Paradoja de Jevons es un hecho que contradice a la intuición, que afirmaría que la eficiencia en el uso de un recurso reduciría su consumo. La Paradoja de Jevons ocurre cuando un efecto rebote es tan grande que se produce un aumento de dicho recurso en lugar de una reducción. En otras palabras la tecnología al mejorar la eficiencia produce mayor consumo en lugar de ahorro. ¿Es, por tanto, el progreso tecnológico únicamente la base para la reducción del uso de combustibles o de cualquier otro tipo de recurso?
El efecto rebote se ha comprobado mediante observaciones reales, incluso en temas tan polémicos como el aumento de la esclavitud en los Estado Unidos debido a la invención de la desmontadora de algodón. Lo que aún no obtiene un consenso claro es la magnitud del efecto, en el corto y el largo plazo.
Daniel Khazzoom y Leonard Brookes reformularon la paradoja de Jevons en los años 80 del siglo XX, llegando a la conclusión de que cualquier mejora económicamente justificable en la eficiencia energética llevaría a un aumento del crecimiento económico y por tanto a un incremento del uso total de energía. Esto les llevó a pensar que las mejoras en la eficiencia energética debían provenir de un factor con mayor coste económico o no producirían una reducción real.
En 1992 Harry Saunders confirmó el postulado de Khazzoom y Brookes aplicando ahorros energéticos a varios modelos de crecimiento neoclásico (basados en oferta y demanda). Saunders afirmaba que la eficiencia energética incrementaba el consumo de energía a partir de hacer parecer la energía más barata que otros insumos y de incrementar el crecimiento económico, lo que hacía aumentar la demanda.
Saunders y Steve Sorrell en 2009 definieron el porcentaje de ahorro del efecto rebote como 1-(A/B), siendo A el ahorro real y B el ahorro potencial esperado. Normalmente el valor oscila entre 0 y 100, pero pude llegar a superar ese 100% debido al superior aumento del consumo tras la mejora, llegando a una Paradoja de Jevons.
En 2017 un estudio del MIT (Massachusetts Institute of Technology) por Christopher Magee y Tessaleno Devezas afirmaba que los avances tecnológicos por sí mismos no llevarían a utilizar menos recursos y por tanto a un mundo más sostenible. Sostenían que no importaba lo eficiente y compacto que hagas un producto, los consumidores siempre demandaran más y por tanto esto aumentará la cantidad de material necesario para ese producto. El ejemplo que utilizan es el uso del silicio y los semiconductores. En las últimas décadas ha aumentado muchísimo la reducción del uso del silicio para los componentes informáticos. Pero en lugar de usar menos silicio usamos más, porque los productos que lo utilizan son más asequibles y almacenamos más y más datos en dispositivos. En el MIT observaron el mismo patrón en 56 bienes y materiales más que habían tenido mejoras tecnológicas.
Sin embargo, no todos los economistas están de acuerdo en que la paradoja vaya a producirse cuando se realiza una mejora tecnológica. Por un lado, incluso los estudios sobre el efecto rebote tienen en cuenta que una demanda inelástica no produciría el esperado aumento de consumo y por tanto no se realizaría la paradoja. Por otro, la existencia de otros insumos puede afectar al precio del producto y reducir su demanda esperada, llegando al punto de evitar la paradoja.
Los estudios recientes demuestran que el rebote parcial es un hecho, produciendo ahorros menores de los esperados, pero no existen aun datos suficientes para poder ver el efecto a largo plazo de las mejoras recientes.
Estudios realizados por la universidad pública de Navarra (Pablo Arocena, Antonio Gómez y Sofía Peña) en 2016 mediante un modelo económico de ciertos sectores en España proporcionaban una confirmación del efecto rebote, si bien nunca llegando a anular el ahorro. Concluyen que un efecto nulo o superior al ahorro es muy difícil que se produzca, aunque el ahorro será menor de lo esperado. Por tanto es necesario tomar medidas para poder paliarlo y que eviten al mismo tiempo una reducción drástica de la demanda.
Tenemos, por tanto, dos posturas ante el efecto rebote: la primera afirma que las mejoras tecnológicas permiten el crecimiento económico, que sería imposible sin esas mejoras, por tanto la mayor eficiencia energética acabará provocando lo contrario a lo que pretende, en el largo plazo. La segunda posición afirma que, aunque puede haber un aumento del consumo energético en el corto plazo, a la larga la eficiencia energética resultará en un ahorro general.
Los economistas tienden a la primera postura, mientras que la mayoría de gobiernos, negocios y ambientalistas se adhieren a la segunda. También sucede algo similar en las emisiones de contaminantes como los gases de efecto invernadero. Si la segunda posición es cierta se reducirán los contaminantes emitidos en el largo plazo a través de las mejoras tecnológicas. En cambio si la primera es cierta estas mejoras acabaran produciendo más contaminantes y gases de efecto invernadero.
Entre las posibles soluciones a la paradoja de Jevons se ha sugerido por parte de Mathis Wackernagel y William Rees que cualquier ahorro en los costes producidos por las mejoras tecnológicas sea gravado mediante impuestos y utilizar ese dinero recaudado para rehabilitar las áreas afectadas por la extracción del recurso. Así no habría reducción del precio, no aumentaría el consumo, se gastarían menos recursos y se recuperarían las zonas extractivas.
Pequeño estudio de caso: el efecto rebote en la emisión de CO2 y el consumo de combustible de los vehículos en la Unión Europea
Automóviles EU-27 (millones) |
Población EU-27 (millones) |
Vehículos cada 1.000 habitantes |
Distancia recorrida por vehículo EU-28 (Km/año) | |
2007 |
206,86 |
437,23 |
473,11 |
12.890 |
2008 |
205,65 |
438,73 |
468,74 |
12.620 |
2009 |
207,29 |
440,05 |
471,07 |
12.547 |
2010 |
210,49 |
440,66 |
477,68 |
12.354 |
2011 |
212,77 |
439,94 |
483,64 |
12.170 |
2012 |
214,34 |
440,55 |
486,53 |
11.885 |
2013 |
216,01 |
441,26 |
489,54 |
11.814 |
2014 |
218,40 |
442,88 |
493,14 |
11.985 |
2015 |
222,00 |
443,67 |
500,37 |
11.941 |
2016 |
226,40 |
444,8 |
508,99 |
11.970 |
2017 |
229,90 |
445,53 |
516,01 |
11.839 |
2018 |
235,20 |
446,21 |
527,11 |
11.964 |
|
Emisiones de CO2 (g/Km) |
Emisiones de CO2 anuales (millones de toneladas) |
Eficiencia (Km/l) |
Combustible (millones de l/año) |
2007 |
159,1 |
424,22 |
16 |
166.649,9 |
2008 |
153,8 |
399,16 |
16 |
162.206,7 |
2009 |
145,8 |
379,21 |
16,25 |
160.056,8 |
2010 |
140,8 |
366,14 |
17 |
152.967,6 |
2011 |
136,2 |
352,68 |
17,25 |
150.112,6 |
2012 |
132,3 |
337,03 |
17,5 |
145.568,0 |
2013 |
126,8 |
323,59 |
18 |
141.777,5 |
2014 |
123,3 |
322,74 |
18,5 |
141.487,8 |
2015 |
119,2 |
315,99 |
19 |
139.521,2 |
2016 |
117,8 |
319,24 |
20 |
135.500,4 |
2017 |
118,1 |
321,44 |
21 |
129.608,9 |
2018 |
120,5 |
339,08 |
23 |
122.344,9 |
En la tabla anterior se presentan los datos sobre el número total de automóviles en la UE, cuántos vehículos hay cada 1.000 habitantes y cuántos Km recorre cada vehículo en un año, desde 2007 a 2018. Podemos ver que el número de vehículos por habitante ha aumentado un 10,24% más en ese periodo. Sin embargo se ha reducido el número de Km recorridos por cada vehículo al año en un 7,18%.
En la parte de debajo de la tabla tenemos las emisiones de CO2 estimadas en ingeniería para los automóviles en g por Km, las emisiones reales en millones de toneladas, la eficiencia estimada de Km por litro de combustible y el gasto total de combustible de automóviles en millones de litros por año. Podemos ver que las emisiones estimadas por vehículo se han reducido, que las emisiones de CO2 reales también, que la eficiencia en el uso de combustible ha aumentado y que el gasto de combustible se ha reducido.
Con todos estos datos podemos estimar el efecto rebote tanto en la emisión de CO2 por parte de los automóviles, como en su consumo de combustible:
En el primer caso el efecto rebote ha sido del 17,27%. El ahorro esperado mediante las emisiones estimadas debería haber sido del 24,26% (B), sin embargo el ahorro real ha sido del 20,07% (A). Aplicando la fórmula de Saunders y Sorrell 1-(A/B) resulta en que se ha ahorrado un 17,27% menos de lo esperado. Lo mismo sucede en el consumo de combustible, la mejora en la eficiencia de los vehículos predice que el ahorro debería haber sido del 30,43%, pero en este caso el ahorro real ha sido del 26,58%, con un efecto rebote del 12,65%.
A pesar de que el parque de automóviles ha aumentado entre los años observados, el ahorro en combustible se ha producido y también una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero. Ciertamente la disminución del número de Km por vehículo al año ha afectado al efecto rebote disminuyendo su efecto, aunque no de forma exagerada. Este menor uso de vehículos puede deberse a un mayor uso del trasporte público, a una mejor eficiencia del diseño de las vías de circulación o a un uso más racional, compartiendo el coche, por ejemplo. No es el objetivo de este estudio de caso analizar ese hecho, pero sí es indicativo, como mencionan otros autores, de que para reducir el efecto rebote y el uso de recursos es necesario aplicar otra medidas, no solamente las tecnológicas.
¿Qué opináis? ¿Conocéis algún caso en el que se pueda aplicar el efecto rebote? ¿Creéis que necesitamos realizar otros cambios junto al desarrollo tecnológico para evitar la Paradoja?