Tiempo y festividades en la Roma republicana

Imagen: Parte del Mosaico de los Aurigas en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (España), del siglo IV. Podemos ver al auriga Marcianus como vencedor (nicha) montado en su cuadriga, carro de cuatro caballos, el nombre de su caballo favorito (Inluminator – Iluminador) y el propietario de los establos, Getulo. Fuente.

Tras este año 2020 que acabamos de dejar atrás, con todas sus desafortunadas noticias, inauguramos 2021 con una nueva entrada. En esta ocasión hablaremos de cómo se medía y se trataba el tiempo en la República Romana y cuáles eran las principales festividades que se celebraban.

Los antiguos romanos tuvieron grandes dificultades para medir el tiempo, tanto para las horas del día como para los días del año. Durante la República eran los sacerdotes los encargados de calcular el inicio de las estaciones y hemos de tener en cuenta, para hablar del tiempo durante este periodo histórico, que no existían relojes precisos, el cálculo de los meses originalmente era lunar y no se asignaban números a los días del mes.

Las horas del día se calculaban usando relojes solares, dividiendo el día en 12 horas y otras tantas para la noche. De esta manera una hora no medía nunca lo mismo, habiendo una diferencia de casi 30 minutos entre invierno (una hora diurna tenía cerca de los 46 minutos) y verano (la duración era de unos 75 minutos).

Por ejemplo, en Madrid (España) en el solsticio de invierno de 2020 el día duró 9 horas y 17 minutos mientras que en el solsticio de verano del mismo año fueron 15 horas y 3 minutos. Eso nos da 557 minutos el primero y 903 el segundo, que en horas romanas se traduce en una hora durando aproximadamente 46 minutos en el primer caso y 75 en el segundo. La diferencia de latitud entre Roma y Madrid es de 1⁰ 25’ aproximadamente, así que la duración del día en ambas ciudades, para el nivel de precisión que buscamos aquí, es prácticamente la misma.

Las horas romanas eran muy sencillas y parecidas a las nuestras en la actualidad, enumerándose de la primera a la duodécima, aunque originalmente tenían nombres más rocambolescos según la actividad que se debía realizar en ese momento. La primera hora se iniciaba con la salida del sol, que correspondía con el principio de la jornada laboral. El mediodía (meridiem) se correspondía con la hora sexta y marcaba la diferencia entre la mañana (antemeridiem, utilizado actualmente en el mundo anglosajón como a.m.) y la tarde (postmeridiem, p.m.). La noche llegaba con la hora duodécima y empezaba el cómputo de 12 horas nocturno, llamadas vigilias.

El censor Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo introdujo la clepsidra en -159, inicialmente para medir el tiempo que tenía un orador en un tribunal, pero posteriormente usado para las guardias militares nocturnas. Seguramente los relojes de agua también se utilizarían en diversos lugares públicos de las ciudades, mejorando el cálculo de los relojes solares, prácticamente inútiles en los días nublados y durante la noche. Hay que tener en cuenta que no se podían calcular los minutos y su concepto estaba fuera de la mente romana.

Durante la República no existían los días de la semana, sin embargo cada 8 días se realizaba un día de mercado y descanso, en el día llamado nundinae, noveno día, debido al desconocimiento del cero y a contabilizar de forma inclusiva el día en curso como uno en lugar de cero. Esos días eran fasti y se permitían juicios y votaciones; como el año no era divisible por ocho era muy importante determinar cuándo iban a suceder de antemano.

Los días de la semana tal y como los conocemos hoy en día derivan del siglo I y ya estaban extendidos por todo el territorio imperial en el siglo IV. Su número y nombre proviene de la astrología griega, y esta de la mesopotámica que asignaba a cada día el nombre de una estrella móvil, un planeta, la luna o el sol, que a su vez tenía el nombre de una deidad asociada. Los griegos adaptaron las divinidades babilónicas a las suyas y así lo hicieron los romanos, y de ellos los germanos. El orden de los planetas en la semana no tenía tanto que ver con su movimiento aparente en el cielo como con cómputos esotéricos relacionados con la primera hora del día a la que estaba vinculado. Eso modificaba el orden lógico de Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y Luna (de más lento a más rápido, que Ptolomeo interpretó como lejanía o cercanía de la Tierra). La semana al final quedaría así:

Primer día – Día del Sol – Domingo/Sunday/Sonntag/Dimanche

Segundo día – Día de la Luna – Lunes/Monday/Montag/Segunda-feira/Lundi

Tercer día – Día de Ares/Marte/Tyr – Martes/Tuesday/Dienstag/Terça-feira/Mardi

Cuarto día – Día de Hermes/Mercurio/Wotan – Miércoles/Wednesday/Mittwoch/Quarta-feira/Mercredi

Quinto día – Día de Zeus/Júpiter/Donar/Thor – Jueves/Thursday/Donnerstag/Quinta-feira/Jeudi

Sexto día – Día de Afrodita/Venus/Freya – Viernes/Friday/Freitag/Sexta-feira/Vendredi

Séptimo día – Día de Cronos/Saturno – Sábado/Saturday/Samstag/Samedi

Como se puede ver algunos días modernos no corresponden con esta clasificación debido a influencias cristianas. Domingo se refiere a día del señor en castellano, o en el Dimanche francés, mientras que en inglés y alemán se refiere a día del sol. Mittwoch en alemán se refiere literalmente a media semana, el día cuarto a partir de la semana litúrgica que enumera los días de la semana (como en el actual portugués). Sábado y Samstag se refieren al Sabbat, el último día de la semana judeocristiana, como en el francés Samedi.

El año romano inicialmente se dividía en 10 meses que se iniciaban con cada luna nueva, la tradición atribuía a Rómulo la creación de este calendario. A su sucesor, el también legendario Numa Pompilo, Tito Livio le atribuyó la adición de los meses de Enero y Febrero y la creación de un calendario lunar de 12 meses que se ajustaba, más o menos, al ciclo solar. Esa inexactitud se correspondía con unos 10 días menos respecto al año solar lo que se solucionaba con un mes llamado Mercedonius o Intercalaris que, efectivamente, se intercalaba entre febrero y marzo. Mercedonius tenía 27 o 28 días y cuando se utilizaba febrero solamente tenía 23. Su uso debía utilizarse cada dos o tres años, pero la decisión recaía en los pontífices y respondía más a razones políticas que prácticas, de esta manera a menudo los solsticios se movían hasta tres meses respecto a su fecha real.

El año romano empezaba con el mes de Marzo en honor a Marte, patrón de Roma y padre de Rómulo, e indicaba el inicio de las campañas bélicas. Seguía el mes de Abril que podría deber su nombre a un derivado de la palabra Afrodita griega, la Venus romana, pero no hay seguridad al respecto. Mayo parece derivar de la diosa Maia, diosa de la fertilidad y cuyo festival se celebraba en ese mes, lógicamente, y Junio proviene del nombre de la diosa Juno, según Ovidio, aunque menciona otras etimologías. Los siguientes meses son nombrados según su orden en el calendario, del quinto al décimo; el mes quinto se cambiaría de nombre a finales de la República en honor a Julio César y recibiría el nombre de Julio y el mes sexto posteriormente en honor a Octavio Augusto, pasando a llamarse Agosto. Los meses restantes derivarían en los actuales Septiembre (7º), Octubre (8º), Noviembre (9º) y Diciembre (10º). Los dos meses finales correspondían a Enero y Febrero, el primero recibe su nombre de Jano dios dual de las transiciones y el segundo de las festividades de purificación Februa. En -153 para poder planificar las campañas militares con antelación se cambió el inicio del año de marzo a enero.

Los meses romanos tenían entre 28 y 31 días, pero no se correspondían con la duración actual, excepto en algunos casos. La duración actual proviene de las reformas de Julio César y las modificaciones posteriores del senado para honrar a Augusto. César en -46 estableció que el año duraría 365 días con 12 meses y se añadiría un día en febrero cada cuatro años, para un año bisiesto de 366. Los meses pares tendrían 30 días, excepto febrero con 29, y 31 los impares. Por razones políticas posteriores, Julio y Agosto tendrían los dos 31 días y se restó uno a febrero, para mantener la alternancia se cambiaron los días de septiembre a diciembre, llegando a la forma actual. El calendario juliano corrigió los desfases arrastrados, pero seguía produciendo un atraso de 1 día cada 128 años, entre 1582 y 1587 fue substituido en Europa central y occidental por el calendario gregoriano.

Las fechas se indicaban según los días que faltaban para el siguiente hito del mes, siendo estos las calendas, las nonas y los idus. Las calendas eran el primer día del mes, cuando se pagaban los alquileres y las deudas. Las nonas caían el día 5, excepto en los meses de marzo, mayo, julio y octubre que era el día 7; los idus el día 13 excepto en los anteriores meses que era el día 15. Así el día 20 del mes de enero se notificaría como 11 días antes de la calenda de febrero, teniendo en cuenta que la numeración romana incluye el primer día (en nuestro cómputo actual sería 10 días). El día 3 de febrero sería 3 días antes de la nona de febrero (el día 5), por ejemplo, pero el día 4 se llamaría pridie nonas. Cuando faltaban dos días se utilizaba el término pridie. Bastante confuso para el método actual, bastante más directo.

Para los años se utilizaban los cónsules que se habían nombrado para ese periodo para identificarlos. Así el año -200 fue el segundo consulado de Publio Sulpicio Galba Máximo (cónsul senior) junto a Gayo Aurelio Cota (cónsul junior). Lógicamente esto implicaba recordar la larga lista de cónsules para poder determinar el año del que estamos hablando. Los cónsules se nombraban el 15 de marzo, los idus de marzo, fatídica fecha para Julio César, que marcaba el inicio del año romano, más o menos coincidente con el equinoccio de primavera, cuando empieza a haber más horas de día que de noche. Tras el cambio de inicio de año se instauró el 1 de enero como fecha de nombramiento. Otra manera de determinar los años era la utilizada por los historiadores en sus anales, que partían de la consensuada fecha de fundación de la ciudad de Roma, en nuestra datación actual -753. En el ejemplo anterior la fecha sería el año 554 ab Urbe condita (AUC o AC), desde la fundación de la ciudad.

En los calendarios romanos (fasti) a cada día le correspondía una serie de letras y abreviaciones que indicaban qué tipo de día era y qué tipo de actividades se podían realizar. La primera letra era A, B, C, D, E, F, G o H y se utilizaba para designar el día de mercado el nundinae. En un mismo año todos esos días correspondían a la misma letra, que cambiaba de año en año. Si un día era calenda se indicaba con K seguido de la abreviatura del mes, por ejemplo K.MAR era el primero de marzo. Las nonas se indicaban con NON y los idus con EIDUS. Las siguientes letras representaban las actividades permitidas, la C era para los dies comitialis, jornadas que permitían las asambleas (comicios), pero no los juicios, excepto si era un nundinae. La N era para los dies nefasti, los días nefastos, cuando no se podían realizar juicios ni asambleas, al contrario que los dies fasti marcados con F. Los llamados dies endotercisis EN, días cortados, eran nefastos por la mañana y la noche, pero no el resto del día. También estaban los NP, fiestas públicas, considerados también nefastos. Muchas festividades tenían sus propias abreviaturas.

Reproducción de un calendario romano de la época imperial. Podemos ver que las nundinae de ese año caían en la letra A, abajo se indica la duración de los días de cada mes. Fuente.

En Roma se celebraban numerosas fiestas públicas. Durante esos días se suspendían las actividades políticas y los litigios y los esclavos no debían trabajar, prácticamente solo se podían realizar actividades religiosas y descansar. También estaban los juegos, ludi, que tenían un significado religioso, pero comprendían actividades deportivas, teatrales, procesiones, banquetes, espectáculos con animales y las muy populares carreras de carros.

También estaban los combates de gladiadores, los munera. En -264 ya se había consolidado, a través de la influencia griega, la celebración de ritos funerarios que involucraban derramamiento de sangre mediante el combate, pero con pocos participantes. Con el tiempo fueron creciendo en popularidad y en número de combatientes y hacia -100 se desvincularon de su significado ritual, siendo meras muestras de poder y riqueza por parte de los organizadores.

Las fiestas y juegos principales durante la época republicana para un año dado eran los siguientes:

Feriae Marti, 1 de marzo, festival en honor de Marte con procesiones y cánticos.

Equiria, 14 de marzo, fiesta dedicada a Marte con carreras de caballos.

Liberalia, celebrada el 17 de marzo, festival a los dioses de la fertilidad, Liber y Libera.

Quinquatrus, del 19 al 23 de marzo. Purificación de los escudos sagrados, junto a un sacrificio a Marte y también a Minerva.

Tubilustrium, durante el 23 de marzo era el festival de limpieza de las trompetas de guerra que marcaba el inicio de las campañas.

Ludi Megalenses, del 4 al 10 de abril. A partir de -204, en honor a Cibeles, la mayoría de juegos eran representaciones teatrales, con banquetes y procesiones. Solo el último día se realizaban juegos en el circo.

Cerialia, era un festival celebrado del 12 al 19 de abril dedicado a Ceres, diosa de la tierra, para conmemorar la búsqueda de su hija Proserpina al submundo, cuya salida de allí marcaba la primavera.

Ludi Cereales, del 12 al 19 de abril. Dedicados a Ceres, a partir de -202, se dejaban libres zorros con antorchas atadas a sus colas. Se basaban en artes escénicas, pero el último día había carreras de carros.

Fordicidia, 15 de abril, era el ritual de sacrificio de una vaca embarazada a Tellus, diosa también de la tierra. Los embriones eran quemados y sus cenizas usadas en Parilia.

Parilia, durante el 21 de abril, era un festival de purificación en honor de Pales y fecha de la fundación de Roma. Se realizaban hogueras sagradas y se bendecía a los animales.

Vinalia, el 23 de abril se bebían los primeros vinos, ofreciéndose a Júpiter.

Robigalia, fiesta del 25 de abril en honor a Robigus, dios de las cosechas, se sacrificaban un perro y una oveja.

Floralia, del 28 de abril al 3 de mayo, se realizaba en honor a la diosa Flora y la primavera, animales de gran fertilidad, como los conejos, se liberaban en el Foro.

Ludi Florales, del 28 de abril al 3 de mayo. A partir de -283, cuatro días de representaciones teatrales con actrices y prostitutas desnudas, con el último día para los juegos del circo.

Lemuria, se celebraba el 9, el 11 y el 13 de mayo. Se realizaba un ritual en las casas para calmar a los hambrientos y furibundos espíritus de los antepasados.

Argei, celebrado el 15 de mayo, ceremonia de purificación de las vestales y el máximo pontífice.

Ludi Apollinares, del 6 al 13 de julio. Dedicados a Apolo, a partir del -212. Principalmente actividades teatrales, con dos días finales para el circo.

Ludi Victoriae Caesaris, del 20 al 30 de julio. Inicialmente promovidos por César para honrar a Venus en -46, pero tras su muerte fueron dedicados a él. Comprendían siete días de juegos teatrales y cuatro de juegos circenses.

Consualia, 21 de agosto, celebraba la cosecha y honraba al dios Consus, el altar subterráneo bajo el circo máximo se llevaba a la superficie y se retiraba la tierra que lo cubría. Se sacrificaban frutos y se llenaban los silos de la ciudad. Los animales que habían trabajado bien ese año descansaban.

Opiconsivia, celebrado el 25 de agosto, se realizaba en honor de la esposa de Consus, Consivia, y la fertilidad de la tierra. También se hacían alabanzas a Ops, diosa de la abundancia, de ahí el nombre del festival.

Mundus patet, durante el 24 de agosto, el 5 de octubre y el 8 de noviembre. Cuando las puertas del submundo se abrían y los fantasmas recorrían la tierra, representado con la apertura de las Lapis Manalis de Roma. Se arrojaban frutos a ese gran pozo para calmar a los espíritus.

Ludi Romani, del 5 al 19 de septiembre. Los juegos más antiguos que se conocen, dedicados a Júpiter, a partir del año -366.

Equus Octobris, 15 de octubre, era un ritual de sacrificio de un caballo a Marte y un combate posterior para ganar su cabeza. La cola se empapaba en sangre y se utilizaba posteriormente en Parilia.

Armilustrum, el 19 de octubre marcaba el final de las campañas bélicas y se celebraba limpiando y purificando las armas antes de guardarlas para la siguiente campaña.

Ludi Victoriae Sullae, del 26 de octubre a 1 de noviembre. Dedicados a Sula por sus victorias, a partir de -82. Eran seis días de juegos teatrales y uno de juegos circenses.

Ludi Plebeii, del 4 al 17 de noviembre. Los segundos juegos más antiguos, datados en -216, representando la reconciliación de la plebe con los patricios. Consistían en nueve días de juegos teatrales que culminaban con un gran banquete en honor a Júpiter. Posteriormente se realizaba una procesión de la tríada capitolina Júpiter, Juno y Minerva (originalmente Júpiter, Marte y Jano-Quirino) que terminaba en el circo con cuatro días de juegos circenses.

Consualia, el 15 de diciembre se repetía el festival de la fertilidad, pero añadiendo la celebración del rapto de las Sabinas.

Saturnalia, durante el 17 de diciembre se celebraba la cosecha antes del invierno. Se sacrificaban lechones a Saturno e incluía banquetes, intercambio de regalos y otros sacrificios. Con el tiempo llegó a  durar hasta tres días.

Opalia, el 19 de diciembre recibía la celebración en honor a Ops, diosa de la abundancia y esposa de Saturno.

Parentalia, del 13 al 21 de febrero, festival privado de honra a los muertos, llevando flores y alimentos a los sepulcros.

Lupercalia, el 15 de febrero se celebraba un festival de purificación y fertilidad, se sacrificaban varias cabras y un perro y se pintaba la cara de dos jóvenes patricios con su sangre, que, vestidos con pieles de cabra, recorrían la ciudad y azotaban a las jóvenes que se encontraban con un pequeño látigo para incrementar su fertilidad.

Feralia, celebrado el 21 de febrero, festival público que marcaba el fin de la paternalia con el sacrificio de un cordero.

Para terminar esta entrada, dedicada al calendario y las festividades, quiero desear un feliz año 2021 a todo el mundo, esperando que podamos superar la COVID-19 individualmente y como sociedad. También quiero agradecer el esfuerzo realizado por el personal sanitario, muchas veces desbordados por la falta de recursos, y a todas aquellas personas que hacen lo posible para evitar que se propague la enfermedad. Muchas gracias a todos y a todas.

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