El bosque en España (III)

La España Seca

Imagen: encinar del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac en la comarca catalana del Bages. Fuente.

La España Seca

La región mediterránea posee bosques esclerófilos subtropicales. Los suelos suelen ser relativamente pobres, muy afectados por la erosión, llevando a desarrollarse plantas xerófilas, adaptadas al calor y la poca humedad propias del clima mediterráneo. Las hojas son perennes normalmente, pero es un ambiente con gran cantidad de especies marcescentes. Las hojas suelen ser pequeñas y duras para poder evitar la pérdida de humedad de los largos periodos de sequía. Las raíces, a su vez, son profundas y gruesas, sobre todo en los pinos que se componen de una raíz central, debido a los suelos delgados.

El bosque típico mediterráneo se compone de dos especies características la encina y el alcornoque y suele estar dominado por una de ellas, con poca variedad de especies arbóreas. Como la entrada de luz es abundante el sotobosque es denso con matorral de tamaño medio y alto, de tipo leñoso y espinoso como el lentisco o la jara, aunque la hierba es escasa.

La encina suele medir entre 5 y 25 metros de altura, su copa es ovalada y bastante frondosa con hojas de color verde oscuro y espinas. La corteza es relativamente lisa y grisácea cuando el árbol es joven y se va oscureciendo y agrietando a medida que envejece. El fruto de la encina es la bellota que se cultiva por parte del ser humano; en el sudoeste de España es frecuente la formación de dehesas por la actividad humana para el cultivo controlado de la encina. Suele vivir en altitudes inferiores a los 1500 metros lo que la hace muy frecuente en toda la península ibérica, con encinares muy densos. Solamente cuando la humedad aumenta es sustituida por especies más higrófilas como el roble o el alcornoque.

El alcornoque es más frecuente en Extremadura y Gerona, con presencia en Castilla y Andalucía en determinadas regiones. Es muy apreciado por su corteza, de donde se extrae el corcho y sus bellotas, al contrario que con la encina, no son agradables para el consumo humano. Sin embargo tanto la bellota de la encina como la del alcornoque se utilizan para el consumo animal, en especial del cerdo. Como necesita más humedad y menos frío que la encina no es tan frecuente como esta y se encuentra en regiones más aisladas. Normalmente mide entre 5 y 15 metros de altura con hojas verde oscuro y troncos sinuosos y ramificados.

Los pinares también son frecuentes, formadas por pino carrasco, pino piñonero y pino negro generalmente. El pino carrasco es estrecho y alto, con corteza de color claro, llegando hasta los 25 metros de altura. Es una especie muy resistente y se encuentra en alturas inferiores a los 1500 metros en la costa oriental de la península Ibérica, en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía. Es un árbol muy resistente la sequía con preferencia por la luz y los suelos calizos.

El pino piñonero es característico por la producción de piñones para el consumo humano. Suele medir entre 10 y 20 metros de altura con troncos rectos y gruesos de corteza castaña y rugosa. Las copas son redondeadas y anchas. Como el pino carrasco, también gusta de la luz, pero soporta menos el frío. Se encuentra en regiones más aisladas en Cataluña, Andalucía, Portugal y Castilla.

El pino negro es un árbol de montaña mediterránea, en España se encuentra mayormente en el Pirineo. Tiene una copa en forma de cono que llega como mucho a los 20 metros de altura con hojas verde oscuro y alta densidad. Lo podemos encontrar entre los 1500 y los 2500 metros de altura, soportando muy bien el frío y requiriendo suelos húmedos.

El bosque mixto mediterráneo añade a las especies típicas de esta región el olmo y el chopo, que suelen ser frecuentes en los lindes de los cursos de agua.

Otras especies de pino que podemos encontrar son el pino salgareño y el pino silvestre. El pino salgareño tiene muchas subespecies y está muy bien adaptado a las alturas junto a gran variedad de ambientes. Al contrario a otras especies de pino no tiene una raíz básica central, al contrario tiene múltiples raíces y ninguna destaca en tamaño respecto a las otras. De esta manera se puede insertar en lugares rocosos por las grietas muy fácilmente. Posee un tronco grueso y pude llegar a medir entre 20 y 30 metros de altura en buenas condiciones y hasta 4 o 5 metros en condiciones adversas. Puede vivir muchos años, incluso llegar a ser milenario, y es muy resistente. Podemos encontrar el pino salgareño a partir de altitudes de 500 metros y en zonas de alta montaña limita los prados alpinos mediante la cubierta arbustiva de su sotobosque. El pino silvestre se encuentra en los límites con la región eurosiberiana, sobre todo en montaña.

Las formaciones no boscosas de la España seca tienen las mismas dinámicas que en la región eurosiberiana. Son formaciones naturales pero la acción humana también las crea a partir de la deforestación: son más adecuadas para la actividad agraria, ganadera o el poblamiento que las forestales y a su vez estas actividades eliminan bosques creando más formaciones no boscosas. La ganadería de caprinos y ovinos es uno de los principales factores de eliminación del bosque mediterráneo.

La maquia se compone a partes iguales de bosque y matorral de gran altura. La cubierta vegetal del suelo en la maquia es total, no hay espacios de suelo abierto. Esto provoca una alta densidad y variedad de vegetación con cierta estratificación, casi impenetrable, pero con bastante insolación. La altura de las plantas está relacionada con la calidad del suelo donde crecen. Debido a los frecuentes incendios algunas maquias contienen solamente plantas resistentes al fuego y de crecimiento rápido.

Los incendios en la España seca son un medio natural de que se renueve la vegetación, se fortalezca el bosque y que determinadas especies salgan con más fuerza. Los pinos, la jara o el romero son especies que se ven favorecidas por el fuego.  Debido a que el clima mediterráneo provoca incendios con frecuencia, muchas especies están adaptadas a estos, las jaras o el pino carrasco, por ejemplo, tienen semillas que se dispersan con el calor. Eso no quiere decir que los incendios provocados tengan ese efecto de renovación, sino todo lo contrario. Las especies mediterráneas disponen de cortezas gruesas contra el fuego, como el alcornoque, y de cubiertas de cera para evitar perder la humedad en las hojas.

La garriga no tiene formaciones arbóreas, creciendo en ella matorral mediano y pequeño. Sus suelos son rocosos, al descubierto en abundantes lugares y fácilmente erosionables. Podemos decir que la garriga es una maquia degradada o la adaptación de plantas a suelos rocosos y calcáreos. Puede llegar a contener hierba después de las épocas de lluvia, normalmente en primavera y otoño.

Finalmente, la estepa es a última formación no boscosa mediterránea. Cuando las condiciones que mantienen a la garriga no son suficientes se convierte en estepa, aunque también puede suceder cuando la acción humana acaba por eliminar el matorral existente. Encontramos la estepa en regiones de precipitación muy baja, por debajo de los 300 mm anuales, y suelos muy pobres por falta de humedad y la presencia de rocas. A menudo más de la mitad de la superficie es roca en lugar de suelo. La mayoría de la vegetación es espinosa, de matorral bajo y leñoso. Después de la época de lluvia también podemos encontrar tubérculos, rizomas o hierba.

Acabaremos con un breve repaso a la vegetación de las Islas Canarias. Las islas se encuentran en un marco de clima subtropical, suelo volcánico y relieve montañoso, además del obvio aislamiento insular. Esto provoca una vegetación endémica y presencia del relictismo. Los vientos alisios crean un disimetría en las islas entra las vertientes: en el norte encontramos un escalonamiento de la vegetación en las montañas mientras que en el sur no existe por las pocas precipitaciones recibidas. Los vientos húmedos descargan las lluvias y nieblas en la vertiente norte al colisionar con las montañas y llegan a la parte sur de la isla muy secos.

Hasta los 400 metros de altitud encontramos en las Islas Canarias el piso basal. Este primer nivel es xerófilo con plantas de formas redondeadas y matorral de poca densidad. La fuerte ocupación humana y la agricultura han marginado la vegetación original, pero podemos encontrar algunas sabinas, palmeras y dragos.

El segundo nivel es el llamado monte verde, que llega hasta los 1200 metros de altitud. Es un piso húmedo, muy influido por los alisios y con frecuentes nieblas junto a algunas precipitaciones. Los bosques son densos formando la laurisilva canaria.

En el tercer nivel encontramos la montaña seca. Este nivel llega hasta los 2000 metros de altura y es muy seco por falta de influencia de los alisios. El árbol característico es el pino canario.

Para acabar tenemos un cuarto nivel, la alta montaña. A partir de los 2000 metros las temperaturas son muy bajas y también los son las precipitaciones. Es una tierra sin vegetación apenas con plantas xerófilas adaptadas al fío, hierba y plantas endémicas de ambiente desértico.

Con esta última entrada terminamos nuestra serie sobre el bosque y la vegetación de la Península Ibérica más concretamente de España. Esperamos que os haya servido para conocer mejor la flora europea y mediterránea y si tenéis cualquier duda o sugerencia no dudéis en hacérnosla llegar. Es un tema muy amplio y no hemos querido ahondar demasiado, pero estamos seguros de que si visitáis estas regiones quedareis maravillados con sus paisajes y las asociaciones excursionistas locales estarán encantadas de ampliaros la información en directo con rutas por los bosques y montañas de la Península ¡No dudéis en ir!

El bosque en España (II)

La España Húmeda

Imagen: hayedo al sur de Irún (Gipúzcoa, Euskadi). Fuente.

La España Húmeda

Esta región posee bosques templados oceánicos de frondosas caducifolias. Los árboles son hidrófilos de 25 a 30 metros de altura, de troncos rectos con profusión de hojas y sotobosque oscuro e insignificante, solamente poblado por musgo y helechos. Hay pocas especies dominantes y es un bosque que estaba en retroceso debido a la ocupación humana y su sustitución por cultivos de otras especies. Actualmente se encuentra en estado de recuperación.

La haya es uno de sus árboles más característicos. Crece en las áreas de montaña intermedia de la España húmeda, muy fecunda en Cantabria. Crea un bosque muy sombrío, sin sotobosque y con un microclima que reduce entre 3 y 5 grados centígrados la temperatura del aire circundante. Los atributos de los hayedos generan unas condiciones ecológicas que impiden a otros árboles prosperar.

Es un árbol grande de 30 a 35 metros de altura, con un solo tronco cilíndrico y esbelto de color gris pálido, la copa es estrecha y con ramas ascendentes. Las raíces son horizontales y poco profundas para captar la humedad atmosférica y los nutrientes de las hojas caídas en otoño e invierno. Suele gustar de temperaturas entorno a los 15⁰ y precipitaciones entre 900 y 1000 mm anuales, aunque si llueve menos las nieblas pueden compensar ese déficit, y son muy sensibles al frío.

Al tiempo que aumenta la altura de la montaña la haya va perdiendo individuos hasta desaparecer. La altura entre 450 y 1000 metros suele ser su preferida, habitando, como hemos dicho, en Cantabria y también en Euskadi, el Pirineo Occidental y en Cataluña, en el Montseny. Tradicionalmente se ha sacado provecho de su madera y el carbón vegetal que genera.

El roble, al contrario que la haya, tiene una distribución más amplia y muchísimas variedades, tanto secas como húmedas. Es una especie intermedia entre los dos biomas, de tipo marcescente, no pierde las hojas, pero tampoco las mantiene verdes. Ocupa las partes inferiores de los hayedos, debido a una gran presión agropecuaria que ha reducido mucho el robledal. Aunque es un árbol de amplio espectro no está preparado para las sequías.

El tronco del roble es liso, delgado y nudoso y posee copas amplias, su madera es dura y resistente. No aguantan el frío y llegan a poblar alturas de hasta 1000 metros, con suelos profundos y bastante ricos en materia orgánica. En consecuencia forman un bosque menos denso que el hayedo, tanto en individuos como en presencia de hojas. Esto permite un sotobosque más poblado y denso gracias a la mayor entrada de luz.

Ambas formaciones, hayedos y robledales, se mezclan a menudo, permitiendo a veces que otros árboles convivan con ellos como son el fresno, el abedul, el arce, el castaño y el nogal. En estos dos últimos casos ha habido un aumento de su presencia por acción humana. El bosque mixto también posee un sotobosque más o menos intenso, dependiendo de la entrada de luz, con gran presencia de musgo. Es común que este tipo de bosques se encuentre en zonas aisladas, no boscosas.

Cuando el bosque mixto se degrada o cuando no hay suficientes condiciones para formar un bosque se genera una landa. Suelen ser frecuentes en las zonas marginales de cultivos y explotaciones ganaderas o junto a regiones pantanosas estancadas donde no prosperan árboles. La landa está integrada por pequeños árboles, matojos, matas, gramíneas y leguminosas, sus suelos son ácidos y encharcados, a veces arcillosos. La ganadería suele ser la responsable de la creación de las landas, aunque las zonas costeras o de circulación acuática pobre en los límites de zonas de cultivo también favorecen su creación.

Finalmente, otra formación característica de la región eurosiberiana son los prados. Poblados por hierbas y dominados por las gramíneas, tienen un origen tanto natural como antrópico. Tal es la variedad de hierbas que poseen que para el uso ganadero se tiene que realizar una selección ya que no todas son buenas para el consumo animal. Los prados necesitan mucha precipitación, alrededor de 1000 o 1200 mm anuales, aunque aguantan una reducción en verano, esta no puede ser muy acusada. Los usos humanos suelen reducirse a los pardos de pastura, normalmente a bastante altura, y prados de siega que permiten recolectar para el invierno.

El bosque en España (I)

Imagen: superficie forestal en España (en verde), el límite del país se indica con una línea roja. El mapa está diseñado por Robert Szucs. Fuente.

Introducción

El cambio climático es un hecho patente en España. Las series climáticas desde 1971 muestran un aumento de la temperatura media anual, sobre todo en los últimos 10 años, la expansión del clima semiárido y un mayor número de noches tropicales (aquellas con una temperatura mínima mayor de 20⁰) (AEMET, 2019). Todos estos factores van a afectar a la vegetación española. En estas entradas vamos a describir la situación de la vegetación forestal en la Península Ibérica en la actualidad y como los cambios climáticos y la acción humana pueden afectarla.

Es complicado definir qué es un bosque. Los factores más frecuentes que se utilizan son la altura de la vegetación, la densidad de plantas, la estructura y niveles de los árboles, el tipo de suelo, el paisaje que nos transmite y los límites que observamos. Los árboles son la unidad básica del bosque. Se suelen considerar árboles las plantas de más de 7 metros de altura, siendo matorral arbustivo las que tienen entre 3 y 7 metros y matorral las menores de 3 metros, hasta llegar al sotobosque de vegetación inferior al metro y medio de altura.

Un ejemplo de definición de bosque podría ser el de “una agrupación espesa de árboles” o el de “lugar poblado por árboles y matas”. Sin embargo dejan algunos aspectos propios del bosque fuera que podríamos incluir en una definición como “estructura suficientemente densa de vegetación que genera un microclima propio, diferente del entorno circundante”. Aunque también podemos optar por una definición más simple, pero efectiva: “un bosque deja de serlo cuando los árboles son la excepción y no la norma”.

En la Península Ibérica existen unos factores paleogeográficos inamovibles desde el inicio del periodo cuaternario como son las mesetas, valles y cordilleras que han obligado a la vegetación a adaptarse a ellos. El poblamiento humano de la península data, al menos, desde hace 800.000 años y junto a la adopción de la agricultura, como mínimo desde -5000, ha alterado y antropizado la vegetación en la mayor parte del territorio. Aun así, desde el cuaternario siempre ha habido espacios boscosos en la península, variando su tamaño según las circunstancias climáticas. Normalmente se ha tratado de especies adaptadas a altas temperaturas y a poca humedad, combinándose el bosque a menudo con la estepa.

La cubierta forestal ibérica ha estado integrada desde el Plioceno por frondosas y coníferas instalándose cada tipo de especie en espacios diferentes y no compitiendo entre sí: el clima de cada época afectaba al tamaño de la cubierta de cada una. Las frondosas se caracterizan por bosques cerrados de especies relativamente actuales que buscan espacios húmedos, sin frío, suelos duros y sotobosque sombrío. Las coníferas en cambio son especies más antiguas, heliófilas, de bosque abierto y sotobosque denso, toleran el frío y la sequía y son poco exigentes con el suelo. Ninguna de las dos ha dominado el espacio ibérico, sino que han coexistido y además nunca en entornos puros, siempre mezcladas con otras especies.

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Pinar del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara ejemplo de bosque de coníferas de la España Seca. Fuente.

En España hay una gran diversidad de flora, tanto en variedad como en cantidad, y eso ha dificultado la clasificación de las formaciones vegetales de la península. En Europa los bosques forman estructuras transversales de Este a Oeste con barreras latitudinales o incluso de relieve, como los Alpes. En América sucede al revés, con estructuras longitudinales de Norte a Sur, formando bosques mixtos. Las estructuras españolas crean un modelo europeo con pocos bosques mixtos. Además cuando más nos alejamos del ecuador menos especies nos encontramos, la co-dominancia ecuatorial da paso a la mono-especie, debido a las peores condiciones climáticas. España se encuentra en una situación intermedia entre ambos extremos con una superficie amplia con diversidad de ambientes, siendo el resultado una gran variedad de especies y una alternancia de co-dominancia y mono-especie.

La humedad alta constante, un relieve suave, regularidad térmica y falta de heladas  crean un ambiente idóneo para la co-dominancia y la creación de bosques mixtos. Esto sucede principalmente en la costa Norte y Noroeste de la península y parte de la costa Noreste. Hay muy pocos bosques mixtos en el interior y en las montañas, y si existen es en lugares con poca acción antrópica. La poca humedad de la costa Sur y del Mediterráneo dificulta la creación de bosques mixtos.

Normalmente el bosque mixto se crea cuando dos formaciones diferentes entran en contacto en una región donde las condiciones ecológicas son aceptadas por ambas, formando una banda ecotónica, más o menos ancha dependiendo de la topografía. Los grandes cambios climáticos ayudan a crear estos bosques o a hacerlos desaparecer. El ser humano, por su lado, también crea un proceso de cambio debido al aprovechamiento selectivo de especies y a la roturación excesiva.

Un bosque puede ser dominante solamente si la situación lo permite, con suelos, precipitaciones y temperaturas adecuados. Cuando las condiciones se alteran el bosque se reduce y se degrada llegando incluso a cambiar hacia formaciones arbustivas. En el cuaternario el bosque resulta dominante en la Península Ibérica, con tamaños variados y espacios de matojos y llanos. Actualmente la situación forestal es el resultado de la herencia cuaternaria y la acción antrópica posterior. A partir del Neolítico y la explotación agrícola, ganadera, minera y maderera se produce un retroceso del bosque sistemático hasta el siglo XX. Solamente la actitud de la propiedad privada que buscara la protección de determinadas áreas permitía conservar esos bosques, por ejemplo en la reserva señorial de la Edad Media. A partir de 1950 sin embargo se invierte ese proceso, la presión sobe el bosque disminuye debido a la reducción de la actividad agraria, las reforestaciones para evitar procesos de erosión y, como factor más importante, a la utilización de combustibles fósiles. La superficie actual es de unos 18 millones de Ha, el 35% de la superficie española, cuando en 1990 era el 25%.

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Regiones biogeográficas de España. Fuente.

España se sitúa entre dos regiones vegetales, la Eurosiberiana y la Mediterránea, junto a las Islas Canarias que pertenecen a la región Macaronésica. La primera región corresponde al Norte, desde Galicia hasta los Pirineos y la segunda al resto de la península; de todas maneras hay islas de ambas regiones en la otra, ya sea por efecto del relieve o de microclimas. A grandes rasgos se corresponden con la Iberia húmeda y la Iberia seca, llegando esta última a ser la Iberia desértica, sobre todo en el Sureste y el Valle del Ebro. La primera se caracteriza por árboles caducifolios que realizan una parada biológica que les permite superar el frío, la segunda contiene árboles perennes xerófilos con hojas pequeñas, duras y estrechas que les permite perder poca agua y, finalmente, en la tercera no hay capacidad para el bosque, solamente para matojos y árboles raquíticos.

De profesión, geógrafo

Imagen: empleados de la empresa española Nexus Geographics. El trabajo con tecnologías geo-espaciales se ha convertido en el más común dentro del oficio de geógrafo en el siglo XXI. Fuente.

El Colegio de Geógrafos españoles elabora cada 5 años y desde 2003 un informe del estado de la cuestión de la profesión con el objetivo de difundir los perfiles profesionales del oficio de geógrafo. Ese informe pretende, además, ayudar a las empresas a identificar profesionales cualificados para sus necesidades laborales, mejorar el diseño de los cursos de formación universitaria de Geografía a partir del mercado de trabajo y promocionar la posición social de la profesión. En esta entrada vamos a resumir los principales datos mostrados por el informe del año pasado para dar una visión global de la profesión de geógrafo en España, si se quiere mayor detalle se puede consultar el informe aquí.

El pasado año 2018 se realizaron 520 encuestas con preguntas abiertas y cerradas entre los 1358 miembros del colegio en España (38,3% del total de miembros) para obtener los datos con los que se elaboró el informe. También se realizó la encuesta a 230 no colegiados, de los cuales 10 fueron extranjeros, para difundir la labor del colegio entre los profesionales de la Geografía.

Los datos muestran que la profesión tiene un marcado sesgo de género: dentro de los colegiados españoles el 71,7% de los encuestados eran hombres, porcentaje que se reduce si sumamos a los no colegiados a la muestra, donde el porcentaje de hombres baja a 68,6%. Ambas cifras están bastante por encima de un valor que debería rondar el 50% si no existiera ninguna diferencia entre géneros en la profesión. El porcentaje total de hombres colegiados es del 69,1% lo que indica que la muestra refleja a los miembros del colegio en cuestión de género.

Dentro de los ámbitos de trabajo el 43% de los profesionales se ha dedicado en los últimos cinco años al menos a un proyecto de Tecnologías de la Información Geográfica (TIG), el 28% a uno de planificación territorial y urbanística, el 26% a medio ambiente, el 18% a desarrollo territorial y el 16% a alguno de sociedad del conocimiento.

Respecto a la evolución de los ámbitos desde 2003, todos ven su porcentaje de participación reducido, excepto el de las TIG que aumenta significativamente de un 33% a un 43%. Es destacable como antes de la crisis de 2008 los proyectos de planificación, desarrollo y medio ambiente subieron en gran medida (sobre todo los dos primeros) y se han visto drásticamente reducidos en los últimos 10 años, prácticamente a la mitad o menos.

En el apartado de las TIG destacan los proyectos relacionados con Sistemas de Información Geográfica (SIG) y cartografía que se consolidan como la salida profesional por excelencia de los geógrafos en los últimos años con el 57,6% de los geógrafos dedicándose a este tipo de proyectos. También la gestión de bases de datos geoespaciales es muy importante con un 23,7% de colegiados trabajando en su desarrollo. Referente a la planificación territorial y urbanística el 24,6% de los colegiados se dedica a esta vertiente profesional, junto a los estudios de paisaje (8,3%) y movilidad (7,7%), principalmente.

Los estudios de impacto ambiental (EIA) son el ámbito al que mayor porcentaje de geógrafos se dedica dentro de la categoría de medio ambiente (11%) seguido de las evaluaciones ambientales estratégicas de proyectos (EAE) con un 9,2%. La gestión de espacios naturales protegidos y la evaluación de riesgos naturales también tienen una cierta importancia (6% y 4,8% respectivamente). En el desarrollo territorial destacan los proyectos de participación ciudadana (7,1%), la planificación estratégica (5,6%) y el turismo (5,2%). La sociedad del conocimiento es el ámbito más reducido dentro de la geografía, pero engloba categorías tradicionales como la enseñanza universitaria (7,7% de los colegiados), la enseñanza no reglada (5,4%) y la secundaria (3,8%).

El 70% de los encuestados respondió que estaba trabajando y solamente un 10% se refería a sí mismos como parados. Dentro del ámbito de trabajo el sector privado lleva la delantera con un 42% de las respuestas positivas frente al 31% de respuestas a favor del sector público. En la administración pública los geógrafos suelen trabajar en universidades (31%), ayuntamientos (21%) y comunidades autónomas (19%) y dentro del sector privado como asalariados (40%) o autónomos (28%).

Como hemos visto el perfil de geógrafo en España en 2018 es el de un varón que trabaja como asalariado en el sector privado en proyectos relacionados con SIG, cartografía y bases de datos. Sin embargo, el desempeño de trabajos en la administración pública sigue siendo muy importante relacionado sobre todo con la planificación territorial y urbanística, los estudios de impacto ambiental, el paisaje y la educación universitaria. En general todo lo relacionado con nuevas tecnologías, cartografía, informática, satélites y la llamada neogeografía ha experimentado un crecimiento que otros tipos de proyectos no han hecho en los últimos 15 años.

Tal vez, entonces, el futuro de la Geografía resida en potenciar una formación relacionada con la tecnología y la informática, cada vez más al alcance de nuestra mano gracias a los dispositivos móviles y a aplicaciones más potentes año tras año. Pero sin dejar de lado sus aplicaciones prácticas en la ordenación del territorio y el cuidado de nuestro entorno, fundamentales en una era de clima cambiante, ciudades contaminadas y despoblación rural.

El año sin verano

El volcán que heló Europa

Imagen: El Canal de Chichester de J. M. W. Turner (1928). Los colores amarillentos del ocaso de esta pintura y el cielo gris que observaba Turner se deben a la presencia de azufre y ceniza volcánica en la atmósfera.

La erupción del volcán indonesio Tambora en la isla de Sumbawa en 1815 provocó un importante enfriamiento en muchos lugares del planeta en los años posteriores. El volcán tiene registradas erupciones en 1819, 1880 y 1967, pero la de 1815 provocó desastres de origen volcánico que no se habían visto en 1300 años. Las islas del archipiélago de Sumbawa quedaron cubiertas por cenizas de varios metros de espesor, provocando la muerte de sus habitantes. Durante varios días las negras nubes del volcán cubrieron el cielo 300 Km a la redonda y la lava vertida al mar provocó un tsunami. Olas de dos metros de altura llegaron a distancias de 1600 Km desde Sumbawa y se estiman 88.000 fallecidos.

Además de los efectos locales una gran masa de polvo de sulfuro fue proyectada hacia la estratosfera. Se estiman más de 150 millones de toneladas de polvo por encima de los 15 Km de altura (unos 100 Km³). El tamaño tan fino de las partículas les impidió caer hasta el nivel del mar durante años y además hacerlas casi imperceptibles al ojo humano. Los vientos atmosféricos llevaron este polvo a todas las partes del globo, incluyendo los polos, durante los años posteriores a la erupción. William J. Humprheys en 1913 logró relacionar la ola de frío veraniega del año 1816 en Europa con las erupciones de volcanes del siglo XIX (1809, 1812, 1813 y 1814). En 1970 Hubert Lamp estableció una escala de medida del polvo volcánico emitido desde 1500 a 1960 que fue posteriormente desarrollada por Newhall y Self (VEI), lo que ayudó a confirmar la influencia de Tambora en el año sin verano de 1816.

En ese año se percibió polvo en suspensión en los cielos de Europa, volviéndolos grises, y puestas de sol de un color intenso debido a ese polvo. Durante los meses de verano se registraron temperaturas medias casi 4 grados más bajas de lo habitual y también se vieron grandes tormentas de granizo e inundaciones en el continente. Pero lo que chocaba más a la población eran las repentinas olas de frío que reducían las temperaturas de unos calurosos 26 grados hasta 7, con nevadas incluidas. Las cosechas se perdían o atrasaban, el ganado moría y la población pasó bastantes penurias durante ese año, se consideró un desastre agrícola en Nueva Inglaterra, el Canadá atlántico y Europa Occidental. Hay que tener en cuenta que el planeta estaba ya bajo un enfriamiento climático desde el siglo XIV que había estado provocando malas cosechas habitualmente.

La influencia de este clima tan adverso no fue solamente en los aspectos puramente físicos. El arte también cambió debido al insólito verano de 1816, creándose obras que afectarían a la cultura europea de los siguientes 200 años. Durante ese verano en Suiza el grupo formado por Percy B. Shelley, Lord Byron, John W. Polidori, Mary Godwin y Claire Clairmont pasó unas vacaciones retirado de Gran Bretaña, en la Villa Diodati cerca del lago Ginebra.

Byron había sufrido el rechazo de la sociedad británica, la ruina económica y el fracaso matrimonial con Anne Isabela Milbanke por lo que se instaló en Suiza. En el mes de junio su amigo Shelley le visitó junto a su amante Mary tras haber sido expulsado de la universidad de Oxford y abandonando a su mujer e hijos. Mary Godwin consideraba la residencia de Byron un lugar sagrado que había albergado a autores reputados, como John Milton o Rosseau. Durante días no pudieron salir debido a las fuertes lluvias y con un cielo ennegrecido por el día. Byron compuso el poema Oscuridad en tres días que refleja la pesadumbre y el helado ambiente en el que se encontraban.

El pequeño grupo organizó un juego para entretenerse: inspirados por el lóbrego contexto cada uno debía escribir un relato de terror. Sólo Mary y Polidori acabaron los suyos, pero acabarían siendo obras seminales de la literatura contemporánea, Frankenstein o el Prometeo Moderno y El Vampiro (1819). Polidori era el médico personal de Byron, al cual odiaba en secreto, el protagonista de su novela, Lord Ruthven, era un retrato del poeta en el que desfogaba sus frustraciones al no poder decirle a Byron sus verdaderas opiniones sobre él. La novela estaba basada en la inconclusa Fragmento de una Novela, de Byron, y muestra la visión actual del vampiro romántico que influiría en Carmilla de LeFanu (1827), Berenice de Poe (1835), La Familia Vurdalak de Tolstoi (1839) y Drácula de Stoker (1897).

Frankenstein (1818) es considerada la primera novela de ciencia ficción moderna con amplios rasgos de novela gótica y romántica. Las historias de fantasmas leídas alrededor del fuego y las conversaciones de Mary con su amante Percy sobre alquimia, galvanismo y castillos alemanes inspiraron la historia sobre un científico que crea vida y posteriormente se arrepiente. Además incluye referencias claras al mito de Prometeo, al Paraíso Perdido de Milton y a la Oda del Viejo Marinero de Colleridge. La cantidad de obras derivativas posteriores tanto de literatura, cine, música, cómics y otros es enorme.

La película española Remando al Viento (1987) de Gonzalo Suárez muestra la estancia de los jóvenes en Villa Diodati y las consecuencias en sus vidas en los siguientes años. Ganó los premios a mejor director, mejor fotografía, mejor dirección artística, dirección de producción, vestuario, maquillaje y peluquería de los Premios Goya de 1989. Aunque la película presenta en algunos momentos sucesos que no son ciertos plasma el proceso de la creación literaria y el trasfondo del año sin verano de 1816. El tema principal de la película es la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis de Ralph Vaughan Williams (1910).

El agua es vida

Características básicas

Imagen: El río Ebro pasando por Zaragoza a la altura de la Basílica del Pilar en 2014.

En esta entrada describiremos las características principales del agua, substancia que caracteriza nuestro planeta y que ha sido la base de la vida. Además daremos una pequeña visión del ciclo del agua y de qué parte de este ciclo se encarga la hidrogeografía. Actualmente la escasez de agua es uno de los más graves problemas de la humanidad, así como el abuso que hacemos de ella y de su degradación.

El agua es un recurso renovable necesario para la actividad humana, pero mediante el uso se degrada y contamina, por lo que es fundamental purificarla para poder reutilizarla. Si tenemos en cuenta toda el agua del planeta Tierra el 97’5% se encuentra en los mares y océanos, un 0’98% está en forma de hielo en los polos y las montañas y solamente un 1’52% es agua disponible para el consumo humano: en la superficie (poco afectada por la contaminación) y subterránea (muy afectada).

El agua está formada por dos átomos cationes de hidrógeno y un anión de oxígeno, formando moléculas en las que se comparte uno de los cationes. Su densidad es de 1Kg por litro a 3’98ºC, aunque a diferentes densidades el agua no se mezcla: el hielo flota y el agua salada no se mezcla con la dulce, por ejemplo. El calor específico del agua es de 1 cal por gramo a los 15ºC, es la cantidad de energía necesaria para elevar un grado la temperatura de un gramo de agua. El agua es transparente y capaz de absorber longitudes de onda de 3 μm (infrarrojo intermedio) y longitudes térmicas de 10 a 30 μm (infrarrojo lejano).

El calor de fusión del agua es de 80 cal por gramo a 0ºC y el de vaporización 540 cal por gramo a 100ºC. La cohesión del agua es alta, siendo fácil de unificar y con alta atracción entre las moléculas propias. Su adhesión a moléculas de otras substancias es alta en sólidos lo que provoca una alta tensión superficial y a su vez una alta capilaridad. La capilaridad es la capacidad de ascender por un capilar gracias a la tensión superficial. La altura que alcanza un fluido en el capilar es igual al doble de la tensión superficial por el coseno del ángulo formado entre las paredes del capilar y la altura alcanzada por el fluido al adherirse al capilar, dividido por la densidad multiplicada por el radio del capilar y la gravedad.

El agua tiene una capacidad de disolverse alta lo que provoca una nula conductividad eléctrica. En cambio tiene una alta conductividad térmica, como hemos visto. Aunque el agua no conduce la electricidad, sí lo hacen las sales que están disueltas en su interior muy a menudo. La conductividad se mide en μS/cm (micro-Siemens por cm). El agua destilada teórica tendría una conductividad de 0, pero en la realidad siempre contiene alguna substancia, con lo que suele ser de 4 o 5 μS/cm. El agua de lluvia tiene un valor de 30 μS/cm mientras que la de río es de 150 y la municipal del grifo de 700. Con una conductividad de 1500 μS/cm el agua no es apta para el consumo humano. Si encontramos plomo, mercurio o cadmio en el agua, esta está contaminada, incluso si las cantidades son muy pequeñas. Si lo que encontramos es hierro, aluminio, manganeso o zinc solamente será tóxica si las concentraciones son elevadas.

El ciclo hidrológico describe el movimiento continuo de todas las formas de agua (gaseosa, líquida y sólida) por encima y por debajo de la superficie terrestre. Es el principal concepto de la hidrología y en esta entrada solo lo describiremos brevemente. La entrada principal al sistema es la precipitación, medida habitualmente en litros por m² o en mm, debido a que es la altura que alcanza un litro de agua en un m². No solamente precipita agua en el sistema, también otras substancias como calcio, magnesio, sodio, potasio, nitratos o sulfatos.

La siguiente fase es la interceptación, que evita que parte de la precipitación llegue a la superficie o que llegue añadiendo otras substancias, mediante el contacto con plantas o rocas. Posteriormente tenemos la evaporación, que es la gran salida del sistema. Junto a la interceptación tenemos el concepto de evapotranspiración que depende de la temperatura y la latitud y se mide en milímetros. Si restamos la evapotranspiración a la precipitación obtendremos el balance hídrico de una región determinada.

Una vez el agua toca el suelo se produce la infiltración y la presencia de agua en el suelo, que dependerá de la capacidad del mismo de absorberla, la precipitación, la topografía y la vegetación. Parte del agua absorbida puede ser arrastrada por gravedad hacia capas más profundas llegando a crear aguas subterráneas en el momento que llega a una capa con roca y ya no puede bajar más, este agua se acumula formando acuíferos. El agua superficial, por otro lado, forma cuencas hidrográficas, usualmente creando cursos de agua como los ríos, siendo este el nivel de estudio de la hidrogeografía.

La hidrogeografía estudia las cuencas hidrográficas, la escorrentía, los ríos y sus tipologías y utiliza estaciones de aforamiento para realizar registros continuos. También se encarga de estudiar las aguas marítimas superficiales. Es una división fundamental de la geografía para poder administrar un recurso que provoca polémica por su distribución, uso, contaminación y costes. Las administraciones utilizan la información de la hidrogeografía y la climatología para poder gestionar mejor un agente que permite la vida, pero que también crea destrucción.

Dinosaurios en Alemania

Rocas, vegetación y clima del Palatinado

Imagen: representación de un quiroterio (Chirotherium) en Hildburghausen, Turingia. En el fondo hay una reconstrucción de las huellas del dinosaurio encontradas en 1834.

Hace millones de años en lo que es hoy la Sierra de Odenwald había desiertos y estepas subtropicales. No solo encontramos muestras de esto en las rocas sedimentarias que han perdurado desde entonces, sino también en los restos de plantas y animales que han quedado atrapados entre esas rocas. Muchas de las rocas sedimentarias proceden del período Triásico de la era Secundaria, datando de hasta 250 millones de años de antigüedad. Entre los animales encontrados hay grandes anfibios, dinosaurios y reptiles acuáticos [1].

En el Valle del Neckar, cerca de Eberbach, se han encontrado huellas de Erythrosuchus, un dinosaurio carnívoro del grupo de los quiroterios (del griego animales -therion– con mano –chiro-). Se le conoce como “Cocodrilo Rojo” y mide 1’8 metros de altura. Este hallazgo, de los más antiguos encontrados de este grupo de animales, fue hecho en 1994 por el artista Michael Krauth [2].

En Ünglert en 2007 fueron halladas más huellas pertenecientes a esta especie de dinosaurio. El Dr. Marco Lichtenberger, consultor del Instituto Geológico-Paleontológico de la Universidad de Heidelberg (Geologisch-Paläontologischen Institut) se encargó de catalogar los nuevos restos. Lichtenberger ha estado estudiando la presencia de dinosaurios en Odenwald desde 2006 y se encarga de hacer conferencias divulgativas sobre el tema desde entonces, siendo uno de los mayores divulgadores sobre la presencia de dinosaurios en Odenwlad con su libro “Saurier aus dem Odenwald[3].

Los quiroterios son reptiles del Triásico con zarpas de cinco dedos muy similares a las de los primates superiores, osos y seres humanos. Aunque tienen pulgar parece que solo servía para una mayor estabilidad al caminar y no podía ser usado para agarrar herramientas; se cree que son los antepasados de los actuales cocodrilos. Los primeros hallazgos de la especie son de 1834 y 1838 en Turingia y en Inglaterra, respectivamente. Actualmente existen restos en América, Norte de África, Europa y China [4]. Esto parece demostrar las teorías sobre la tectónica de placas y la unión de los diferentes continentes en Pangea, la cual empezó a separarse en el período Jurásico posterior.

Durante el Triásico Medio gran parte de las tierras de la actual Alemania (y Europa central), del súper-continente Pangea, estaban cubiertas por un mar interior que recibía las sedimentaciones que formarían más tarde la arenisca abigarrada (Buntsandstein). Los quiroterios eran depredadores de los cangrejos limúlidos que habitaban en las costas de ese mar, quedando algunos de sus cadáveres atrapados en los sedimentos y fosilizándose posteriormente. La arenisca abigarrada fue catalogada por primera vez por el geólogo alemán Friederich August von Alberti en 1834 y en el Palatinado hay varios monumentos naturales, como el Altschlossfelsen en Eppelbrunn, compuestos de ese material.

La arenisca abigarrada es una arenisca mezclada con cuarcitas, molasas y conglomerados del Triásico Inferior; materiales sedimentarios propios de la era Secundaria. Predominan los tonos rojizos y amoratados. En la ladera norte del Königstuhl en Heidelberg existe una terraza de este material y fue allí donde se construyó el castillo de la ciudad.

Heidelberg tiene un clima de tipo Oceánico (Cfb en clasificación Köppen) muy influido por su posición entre Pfälzerwald (ladera oeste del Valle del Rin) y Odenwald (ladera este). Ambas sierras y la posición de la ciudad en el límite de la última acentúan ciertas características que diferencian el clima de la población del resto del área recibiendo más vientos del este que el resto del valle. Debido a eso los vientos son predominantes tanto del oeste (de corte marítimo y húmedo) como del este durante todo el año y la cercana sierra favorece la nubosidad y las precipitaciones. Heidelberg es el lugar más cálido de Alemania según el Servicio Meteorológico Alemán (Deutscher Wetterdienst) con 12,2° de temperatura media en 2011.

Podemos hablar, por tanto, de un micro-clima, un clima local que tiene características propias que le diferencian del área en la que se encuentra, en este caso Alemania en general y específicamente el Valle del Rin. El micro-clima tiene una serie de patrones de tiempo influidos por factores determinados que los crean. En el caso de Heidelberg la topografía es fundamental (Valle del Neckar y Sierra de Odenwald) y le proporciona una humedad y una temperatura diferentes. La vegetación, aunque claramente euro-siberiana, tiene rasgos mediterráneos que demuestran el clima especial de la zona: encontramos vid, olivo, almendro, alcornoque, higueras y un estilo agrícola de campo abierto que no es propio de la región centro-europea donde se encuentra. Otras plantas características son el tilo, el castaño, el roble, la haya, el tulípero, el saúco, la hiedra o la ortiga.

[1] http://www.verlag-seeling.de/04.html

[2] http://www.eberbach-channel.de/art_ausgabe.php?id=25773

[3] http://www.dinosaurier-interesse.de/web/Nachrichten/Texte/2007/di-n46.html

[4] http://www.envs.emory.edu/faculty/MARTIN/ichnology/Cheirotherium.htm

Introducción a las temperaturas

Atributos y mediciones

Imagen: Joshua Tree National Park en California, Estados Unidos, 2012. Se puede observar un árbol de Josué, una especie endémica de la región.

El cambio climático está provocando un calentamiento global que afectará de forma negativa a muchas poblaciones humanas. En la península ibérica, por ejemplo, una subida de las temperaturas medias provocaría una mayor evapotranspiración afectando al ya escaso recurso del agua. En esta entrada vamos a hablar de la temperatura, qué es, cómo se mide y que características tiene. Un tema muy importante porque nos afectará en un futuro bastante inmediato. Se trata de una pequeña introducción que ya iremos ampliando en sucesivas entradas.

Empezaremos hablando del calor, una forma de energía que se manifiesta en los cambios de estado, dilataciones y contracciones de la materia. La temperatura, en cambio, es una condición o característica del calor, que determina cuál de dos cuerpos lo recibe o lo pierde. La calorimetría nos permite medir la cantidad de calor almacenado en un cuerpo según su naturaleza (el calor específico, la cantidad de calorías necesarias para elevar 1ºC un gramo de esa substancia), su masa y su temperatura. La cantidad de calor (Q) de un cuerpo es igual al producto del calor específico (c), la masa (m) y la Temperatura (t): Q=cmΔt.

Para medir la temperatura se suele utilizar un termómetro de mercurio, a partir de su dilatación en una escala grabada. Sometiéndolo a temperaturas de 0ºC (congelación del agua) y 100ºC (evaporación del agua) podemos marcar las diferentes temperaturas que podrá medir el termómetro. En las estaciones meteorológicas se suelen utilizar dos termómetros, uno de mercurio para poder medir las temperaturas máximas del día (cuya fusión se encuentra a -38’5ºC) y otro de alcohol para las mínimas (cuya evaporación es a temperatura ambiente). También existen el termómetro de máximas y mínimas en U para mediar ambas y versiones digitales de termómetros de baja inercia.

Los termógrafos nos permiten medir la evolución de la temperatura a lo largo de un periodo de tiempo. Consisten en una espiral metálica que se contrae o dilata según el calor lo que provoca que la punta externa de la espiral marque en un rollo de papel giratorio una linea que representa la temperatura. De esta manera obtenemos un gráfico al desenrollar el papel que nos es muy útil para comparar las temperaturas entre diversos periodos de tiempo.

La temperatura del aire se mide en una garita meteorológica o caseta de Stevenson. La garita debe estar situada a la sombra para evitar que el termómetro de su interior mida su propia temperatura y éste debe estar separado de las paredes de la garita. La garita debe ser blanca, estar situada a 1’5 metros de altura sobre el suelo, con la puerta orientada hacia el norte y con lineas horizontales de ventilación a los costados. En caso de no disponer de una garita podemos usar un termómetro honda o termómetro de aspiración de Assmann.

Existen varias escalas para medir la temperatura. Los grados centígrados (C) son los utilizados comúnmente en Europa con valores de 0 (congelación del agua) a 100 (evaporación del agua). Los grados Celsius (Cel), antecesores a los centígrados, invierten dicha medida, siendo 100 la congelación y 0 la evaporación. Otra medida común, en el mundo anglosajón, son los Fahrenheit (F), con valores de 32 para la congelación y 212 para la evaporación. Los Kelvin (K) son los utilizados en el Sistema Internacional (SI) de medidas, originando su escala en el frío absoluto, siendo 273 el valor de congelación y 373 el de evaporación. Otras escalas son la de Réaumur (R) o la de Rankine (P).  Hay que tener en cuenta al medir la temperatura en un territorio que siempre se toma como referencia el nivel del mar. Cada 100 metros de altitud la temperatura baja unos 0’65ºC respecto al punto de medición (y viceversa), esto se denomina gradiente térmico vertical.

A lo largo del día también tenemos variación de la temperatura. La temperatura máxima la encontraremos 3 horas después del mediodía solar y la mínima justo antes de la salida del Sol. En los equinoccios el amanecer sucede a las 6 horas y la puesta a las 18 horas, teniendo como referencia las 12 como mediodía. En el solsticio de verano la salida del Sol es a las 4 horas y la puesta a las 20, mientras que en el de invierno amanece a las 8 horas y el ocaso es a las 16 horas. En España esas horas no se corresponden con las horas que marca el reloj. Por un lado porque tenemos una hora más respecto a la que nos corresponde por el Tiempo Universal Coordinado (UTC, sucesor del GMT Greenwich Mean Time) y por otra porque en el equinoccio de primavera añadimos otra hora adicional. De esta manera en verano el mediodía es a las 14 horas en España y en invierno a las 13 horas.

Hasta aquí esta introducción a las temperaturas en la climatología. En el futuro ampliaremos la información escribiendo sobre la amplitud térmica, las heladas y su distribución geográfica ¡Muchas gracias por leernos y hasta la próxima!

Biomas: la selva lluviosa intertropical

Imagen: selva de Chiapas (sur de México) en 2017.

En una entrada anterior mencionamos que describiríamos ejemplos de como se manifiestan los factores que afectan a la distribución de los seres vivos en el planeta. La interacción de los diferentes factores y la particular combinación de vegetación, fauna y clima dan como resultado un bioma. Un bioma tiene un paisaje característico y la presencia de determinados ecosistemas. Existen varios tipos de biomas principales en el planeta Tierra, del Ecuador hasta los polos:

  • La selva lluviosa
  • La selva caducifolia
  • La sabana
  • El desierto
  • Los bosques subtropicales
  • Los bosques templados
  • Los bosques caducifolios
  • La estepa
  • La taiga
  • La tundra
  • Los hielos eternos

Para esta entrada hemos elegido el primero de los 11 tipos principales: la selva lluviosa sempervirent (siempre verde) intertropical. Es un bioma con precipitaciones abundantes y continuas, prácticamente sin variedad a lo largo del año. Las temperaturas son también uniformes y altas y contiene bosques densos y elevados, estratificados de 2 a 4 niveles de vegetación: uno superior irregular a 50 metros de altura, otro nivel medio denso y continuo de 15 a 30 metros de altura y hasta 2 más inferiores de copas estrechas de 5 a 15 metros de alto.

El ritmo fenológico de floración  de la selva es no estacional, es muy rica en especies con 40 diferentes por Ha (llegando a tener centenares en algunos casos), siendo el 70% árboles y con una distribución muy dispersa. Gracias a la abundante vegetación arbórea la luz casi no llega a los estratos inferiores, lo que produce que no haya sotobosque y sí presencia de lianas, epífitos, hemiepífitos y árboles estrechos. Las raíces de las plantas son superficiales, con un suelo pobre y estrecho, aunque hay una abundante biomasa superficial que se destruye y se descompone con facilidad. La fauna vive normalmente encima de los árboles.

Existe mucha irregularidad en el paisaje debido a las copas de los árboles más altos y a los claros que se crean cuando estos árboles caen, la selva nunca es homogénea. Los grandes árboles aguantan muy bien el calor y tienen hojas endurecidas siendo heliófilos, mientras que los árboles de niveles bajos requieren sombra. Los claros permiten germinar hasta 200 especies nuevas, pero solo unos pocos árboles, hasta 4, serán capaces de ocupar el nivel de las copas más altas. Si el claro es muy grande la entrada de demasiada luz impedirá que se regenere la selva en ese punto. Los jabalíes pueden mantener esos claros durante un tiempo sin vegetación.

La selva se distribuye en el planeta por Centroamérica, la parte norte de Sudamérica (Colombia, Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia, Perú y las Guayanas), el centro-oeste de África (el Congo y la Costa de Marfil), el sur de la India, el sudeste asiático (Vietnam, Camboya, Laos, Tailandia, Myanmar, Bangladés, Indonesia, Borneo, Filipinas y Papúa) y el norte de Australia.

Es frecuente que el agua forme charcos más o menos grandes en el suelo de la selva, sobre todo en el sudeste asiático. La niebla crea además más humedad y precipitaciones durante el día. Los artrópodos que se alimentan de biomasa, sobre todo hojas, son la fauna más importante de la selva. Eso provoca a su vez que haya muchos insectívoros y carnívoros. En Sudamérica los grandes carnívoros provienen todos del norte Centroamericano debido a la unión continental, originalmente no poseían este tipo de fauna. En general el equilibrio trófico es muy débil, con un sistema de relaciones grande y simple. Las montañas situadas en las selvas crean bolsas de especies específicas endémicas, lo que aumenta la diversidad de este bioma.

Como hemos podido ver la selva es un bioma de altas precipitaciones y calor, grandes especies arbóreas y amplia diversidad de especies, con un suelo pobre y que dificulta su recuperación. Actualmente la selva se encuentra amenazada por el uso masivo de la agricultura de tala y quema, la deforestación maderera y la producida para la creación de pastos para la ganadería. Esto provoca graves problemas de erosión e inundaciones que afectan a las poblaciones humanas. Aun así la selva sigue siendo una fuente de recursos, alimentos, hábitat y belleza para la humanidad y por tanto debe ser cuidada.

Atmósfera y radiación solar

Imagen: arco iris en el lago Palmer, cerca de Atlin, en la Columbia Británica, Canadá, 2014.

Todo fenómeno climático de la Tierra tiene origen en la llegada de radiación solar, por tanto es de especial interés saber como se comporta esa radiación cara a ver su efecto en el planeta. En esta entrada presentaremos la radiación solar y sus principales características, sin ánimo de entrar en demasiados detalles y enfocada al aspecto geográfico. La radiación solar se compone de una vertiente electromagnética y otra térmica.

La radiación electromagnética se caracteriza por la propagación en forma de ondas transversales de un campo magnético y un campo eléctrico, cuyos vectores son perpendiculares entre sí y a la dirección de propagación, a la velocidad de 300 000 000 metros por segundo. Los campos se propagan en forma de onda provocando oscilaciones y dependiendo del tipo de radiación la longitud de esas ondas varía.

La longitud de onda (λ) y la frecuencia de la onda (v) son lo que permiten clasificar cada tipo de radiación electromagnética conformando el espectro electromagnético. Las ondas de radio (televisión, radio) son las de onda larga y baja frecuencia. Las siguen las microondas, la radiación infrarroja (que emite todo cuerpo con algo de calor) llegando a la luz visible con los diferentes colores representados por longitudes de onda distintas: del rojo (longitud larga) al violeta (longitud corta). Tras la luz que podemos ver con nuestros ojos se encuentra la radiación ultravioleta y más allá, con longitudes muy cortas y alta frecuencia, los rayos X y la radiación gamma (ϒ).

La λ se mide en nanometros (nm, 0’000001 mm) o micrometros (micras, µm, mil nm). La radiación solar oscila entre los 0’15 y los 4 µm, siendo una onda relativamente corta, mientras que la radiación terrestre se mueve entre 5 y 1000 µm. La luz visible se encuentra entre los 0’4 y los 0’75 µm.

Los diferentes fenómenos electromagnéticos se componen de haces de corpúsculos llamados fotones, que contienen energía, y han sido detectados de forma evidente. La radiación por tanto se comporta de forma dual, como una onda, continua, y como  corpúsculos, discontinua. Es imposible observar ambas características a la vez, aunque existen experimentos que confirman su presencia. De Broglie, Compton, Davisson y Germer en el siglo XX plantearon hipótesis y experimentos para demostrar esta doble naturaleza con éxito.

La radiación térmica es emitida por un material lo suficientemente condensado, medida en calorías (cal). El poder emisor de un cuerpo es la radiación emitida por unidad de tiempo por superficie y el flujo de radiación de ese cuerpo es la cantidad de radiación que atraviesa una superficie por unidad de tiempo medida perpendicularmente. Esto último se denomina constante solar, en el caso de la radiación solar que llega a la Tierra, y se mide en el límite de la atmósfera. La radiación que llega se puede medir también en kilolangleys (kcal/cm², Kly), se reciben unos 263 KLy por año en la atmósfera, la cual filtra el 47% de esa cantidad antes de que llegue a la superficie terrestre.

Toda radiación que entra en el medio terrestre sufre modificaciones en la velocidad y en el tipo de energía radiante. La atmósfera absorbe parte de esa radiación emitiendo calor en el proceso, la reflecta o la difunde, además la composición química de la atmósfera reacciona diferente a los diferentes tipos de radiación.

La luz visible y las ondas de radio pueden atravesar la atmósfera sin problemas, mientras que el agua absorbe las ondas largas, las bandas de Schumann (compuesta por O₂) y la de Hartley (O₃, ozono) absorben energía ultravioleta y el dióxido de carbono y el metano absorben la infrarroja. Además determinadas longitudes de onda de luz visible son reflejadas más por la atmósfera: mientras que las ondas largas pasan libremente, las ondas cortas (azules) son reflectadas creando el color del cielo. Según la cantidad de atmósfera a atravesar se reflectaran más o menos λ, de esta manera en el ocaso se dispersa más cantidad de luz azul, dejando solamente las ondas rojizas.

Existen varias leyes que gobiernan la radiación y que apuntamos a modo de anotación:

· Ley de Planck: que relaciona la λ con la emisión de energía a determinada temperatura. Según la temperatura del cuerpo emisor se emitirá un rango de λ, creando una curva donde determinadas λ se emiten más que las otras. Como apuntábamos, el Sol emite entre dos λ, pero su máximo de emisión se da en 0’475 µm.

· Ley de Stefan-Boltzmann: el poder emisor de un cuerpo es directamente proporcional a su temperatura. Derivada de la anterior.

· Ley de Wien: la longitud de onda máxima emitida es inversamente proporcional a la temperatura. Derivada de la de Planck.

· Ley de Kirchhoff: un cuerpo que absorbe radiación también la emite.

Los diferentes tipos de radiación no solo resultan de interés para el estudio atmosférico, también para el uso de imágenes por satélite para el análisis de usos del suelo, presencia de agua, incendios y por supuesto la nubosidad, mediante SIG y también modelos informáticos de predicción del tiempo atmosférico.