El bosque en España (III)

La España Seca

Imagen: encinar del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac en la comarca catalana del Bages. Fuente.

La España Seca

La región mediterránea posee bosques esclerófilos subtropicales. Los suelos suelen ser relativamente pobres, muy afectados por la erosión, llevando a desarrollarse plantas xerófilas, adaptadas al calor y la poca humedad propias del clima mediterráneo. Las hojas son perennes normalmente, pero es un ambiente con gran cantidad de especies marcescentes. Las hojas suelen ser pequeñas y duras para poder evitar la pérdida de humedad de los largos periodos de sequía. Las raíces, a su vez, son profundas y gruesas, sobre todo en los pinos que se componen de una raíz central, debido a los suelos delgados.

El bosque típico mediterráneo se compone de dos especies características la encina y el alcornoque y suele estar dominado por una de ellas, con poca variedad de especies arbóreas. Como la entrada de luz es abundante el sotobosque es denso con matorral de tamaño medio y alto, de tipo leñoso y espinoso como el lentisco o la jara, aunque la hierba es escasa.

La encina suele medir entre 5 y 25 metros de altura, su copa es ovalada y bastante frondosa con hojas de color verde oscuro y espinas. La corteza es relativamente lisa y grisácea cuando el árbol es joven y se va oscureciendo y agrietando a medida que envejece. El fruto de la encina es la bellota que se cultiva por parte del ser humano; en el sudoeste de España es frecuente la formación de dehesas por la actividad humana para el cultivo controlado de la encina. Suele vivir en altitudes inferiores a los 1500 metros lo que la hace muy frecuente en toda la península ibérica, con encinares muy densos. Solamente cuando la humedad aumenta es sustituida por especies más higrófilas como el roble o el alcornoque.

El alcornoque es más frecuente en Extremadura y Gerona, con presencia en Castilla y Andalucía en determinadas regiones. Es muy apreciado por su corteza, de donde se extrae el corcho y sus bellotas, al contrario que con la encina, no son agradables para el consumo humano. Sin embargo tanto la bellota de la encina como la del alcornoque se utilizan para el consumo animal, en especial del cerdo. Como necesita más humedad y menos frío que la encina no es tan frecuente como esta y se encuentra en regiones más aisladas. Normalmente mide entre 5 y 15 metros de altura con hojas verde oscuro y troncos sinuosos y ramificados.

Los pinares también son frecuentes, formadas por pino carrasco, pino piñonero y pino negro generalmente. El pino carrasco es estrecho y alto, con corteza de color claro, llegando hasta los 25 metros de altura. Es una especie muy resistente y se encuentra en alturas inferiores a los 1500 metros en la costa oriental de la península Ibérica, en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía. Es un árbol muy resistente la sequía con preferencia por la luz y los suelos calizos.

El pino piñonero es característico por la producción de piñones para el consumo humano. Suele medir entre 10 y 20 metros de altura con troncos rectos y gruesos de corteza castaña y rugosa. Las copas son redondeadas y anchas. Como el pino carrasco, también gusta de la luz, pero soporta menos el frío. Se encuentra en regiones más aisladas en Cataluña, Andalucía, Portugal y Castilla.

El pino negro es un árbol de montaña mediterránea, en España se encuentra mayormente en el Pirineo. Tiene una copa en forma de cono que llega como mucho a los 20 metros de altura con hojas verde oscuro y alta densidad. Lo podemos encontrar entre los 1500 y los 2500 metros de altura, soportando muy bien el frío y requiriendo suelos húmedos.

El bosque mixto mediterráneo añade a las especies típicas de esta región el olmo y el chopo, que suelen ser frecuentes en los lindes de los cursos de agua.

Otras especies de pino que podemos encontrar son el pino salgareño y el pino silvestre. El pino salgareño tiene muchas subespecies y está muy bien adaptado a las alturas junto a gran variedad de ambientes. Al contrario a otras especies de pino no tiene una raíz básica central, al contrario tiene múltiples raíces y ninguna destaca en tamaño respecto a las otras. De esta manera se puede insertar en lugares rocosos por las grietas muy fácilmente. Posee un tronco grueso y pude llegar a medir entre 20 y 30 metros de altura en buenas condiciones y hasta 4 o 5 metros en condiciones adversas. Puede vivir muchos años, incluso llegar a ser milenario, y es muy resistente. Podemos encontrar el pino salgareño a partir de altitudes de 500 metros y en zonas de alta montaña limita los prados alpinos mediante la cubierta arbustiva de su sotobosque. El pino silvestre se encuentra en los límites con la región eurosiberiana, sobre todo en montaña.

Las formaciones no boscosas de la España seca tienen las mismas dinámicas que en la región eurosiberiana. Son formaciones naturales pero la acción humana también las crea a partir de la deforestación: son más adecuadas para la actividad agraria, ganadera o el poblamiento que las forestales y a su vez estas actividades eliminan bosques creando más formaciones no boscosas. La ganadería de caprinos y ovinos es uno de los principales factores de eliminación del bosque mediterráneo.

La maquia se compone a partes iguales de bosque y matorral de gran altura. La cubierta vegetal del suelo en la maquia es total, no hay espacios de suelo abierto. Esto provoca una alta densidad y variedad de vegetación con cierta estratificación, casi impenetrable, pero con bastante insolación. La altura de las plantas está relacionada con la calidad del suelo donde crecen. Debido a los frecuentes incendios algunas maquias contienen solamente plantas resistentes al fuego y de crecimiento rápido.

Los incendios en la España seca son un medio natural de que se renueve la vegetación, se fortalezca el bosque y que determinadas especies salgan con más fuerza. Los pinos, la jara o el romero son especies que se ven favorecidas por el fuego.  Debido a que el clima mediterráneo provoca incendios con frecuencia, muchas especies están adaptadas a estos, las jaras o el pino carrasco, por ejemplo, tienen semillas que se dispersan con el calor. Eso no quiere decir que los incendios provocados tengan ese efecto de renovación, sino todo lo contrario. Las especies mediterráneas disponen de cortezas gruesas contra el fuego, como el alcornoque, y de cubiertas de cera para evitar perder la humedad en las hojas.

La garriga no tiene formaciones arbóreas, creciendo en ella matorral mediano y pequeño. Sus suelos son rocosos, al descubierto en abundantes lugares y fácilmente erosionables. Podemos decir que la garriga es una maquia degradada o la adaptación de plantas a suelos rocosos y calcáreos. Puede llegar a contener hierba después de las épocas de lluvia, normalmente en primavera y otoño.

Finalmente, la estepa es a última formación no boscosa mediterránea. Cuando las condiciones que mantienen a la garriga no son suficientes se convierte en estepa, aunque también puede suceder cuando la acción humana acaba por eliminar el matorral existente. Encontramos la estepa en regiones de precipitación muy baja, por debajo de los 300 mm anuales, y suelos muy pobres por falta de humedad y la presencia de rocas. A menudo más de la mitad de la superficie es roca en lugar de suelo. La mayoría de la vegetación es espinosa, de matorral bajo y leñoso. Después de la época de lluvia también podemos encontrar tubérculos, rizomas o hierba.

Acabaremos con un breve repaso a la vegetación de las Islas Canarias. Las islas se encuentran en un marco de clima subtropical, suelo volcánico y relieve montañoso, además del obvio aislamiento insular. Esto provoca una vegetación endémica y presencia del relictismo. Los vientos alisios crean un disimetría en las islas entra las vertientes: en el norte encontramos un escalonamiento de la vegetación en las montañas mientras que en el sur no existe por las pocas precipitaciones recibidas. Los vientos húmedos descargan las lluvias y nieblas en la vertiente norte al colisionar con las montañas y llegan a la parte sur de la isla muy secos.

Hasta los 400 metros de altitud encontramos en las Islas Canarias el piso basal. Este primer nivel es xerófilo con plantas de formas redondeadas y matorral de poca densidad. La fuerte ocupación humana y la agricultura han marginado la vegetación original, pero podemos encontrar algunas sabinas, palmeras y dragos.

El segundo nivel es el llamado monte verde, que llega hasta los 1200 metros de altitud. Es un piso húmedo, muy influido por los alisios y con frecuentes nieblas junto a algunas precipitaciones. Los bosques son densos formando la laurisilva canaria.

En el tercer nivel encontramos la montaña seca. Este nivel llega hasta los 2000 metros de altura y es muy seco por falta de influencia de los alisios. El árbol característico es el pino canario.

Para acabar tenemos un cuarto nivel, la alta montaña. A partir de los 2000 metros las temperaturas son muy bajas y también los son las precipitaciones. Es una tierra sin vegetación apenas con plantas xerófilas adaptadas al fío, hierba y plantas endémicas de ambiente desértico.

Con esta última entrada terminamos nuestra serie sobre el bosque y la vegetación de la Península Ibérica más concretamente de España. Esperamos que os haya servido para conocer mejor la flora europea y mediterránea y si tenéis cualquier duda o sugerencia no dudéis en hacérnosla llegar. Es un tema muy amplio y no hemos querido ahondar demasiado, pero estamos seguros de que si visitáis estas regiones quedareis maravillados con sus paisajes y las asociaciones excursionistas locales estarán encantadas de ampliaros la información en directo con rutas por los bosques y montañas de la Península ¡No dudéis en ir!

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