Industria en Europa

Introducción

Imagen: LaPaDu (Landschaftspark Duisburg-Nord) en Duisburgo (2016). Duisburgo es una de las mayores áreas industriales de Europa en la cuenca del Rin-Rhur, LaPaDu es un parque publico de la ciudad que contiene antiguas fábricas remodeladas.

El capitalismo comercial de los siglos XV al XVIII provocó en Europa un colonialismo que llevaría a extender la influencia del continente a todo el planeta. Esta colonización desencadenaría el desarrollo de la industria europea y la evolución hacia un capitalismo industrial que culminaría con la Revolución Industrial del siglo XVIII. Durante el siglo XIX la revolución diferenció dos grandes ámbitos geográficos en Europa, la Europa nórdica (central) basada en el vapor y la Europa mediterránea (periférica), basada en los caballos.

Esta diferenciación espacial entre creará países de primer y segundo orden dentro del continente en los siguientes siglos, XX y XXI, con funciones diferentes en el sistema económico. La Europa central (principalmente el Reino Unido, Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Suecia y Noruega) tiene un papel predominante sobre la periferia (Portugal, España, Italia, Grecia, Bulgaria, Rumanía, Polonia y Rusia, entre muchos otros) en la división espacial del trabajo.

La periferia exporta mano de obra barata (altamente formada en muchos casos) y materias primas agrícolas y mineras hacia el centro. La periferia se incorporó de forma tardía al desarrollo industrial y mediante un proceso de inversión de capital desde el centro, lo que provocó que la industria periférica fuera dependiente del mismo tanto en decisiones como en resiliencia. Las inversiones centrales suelen ser provocadas por carencias en los países de la Europa dominante que son suplidas por los países de la periferia, pero siempre decidiendo el centro donde, cuando, cuanto y hasta cuando.

El carácter industrial exógeno de la periferia ha impedido que se desarrolle una industria para intereses propios y poder vertebrar de esta manera unos ejes industriales adecuados y también decidir los parámetros en los que se inscribirán los procesos industriales. Los inversores externos han decidido donde invertir en esos países, normalmente en áreas marítimas y baratas, creando desequilibrios territoriales importantes entre los polos de desarrollo, la costa y el interior. A su vez los países periféricos adolecen de una estructura socio-económica desigual producto de la demanda de trabajo según los intereses de la inversión externa. Y, finalmente, se deja de lado las industrias o actividades económicas que no interesan a los inversores, potenciando sólo ciertos sectores en detrimento de otros y además contando con el beneplácito del gobierno, lo que vincula el desarrollo industrial a las elites gobernantes.

La Revolución Industrial creó una división espacial del trabajo y de la sociedad, nuevos procesos económicos y culturales, pero también competitividad tecnológica que impide sobrevivir a los que no se adaptan. La capacidad tecnológica de que dispone un país es determinante, junto a sus recursos y la población, del desarrollo industrial futuro que tendrá.

En 2004 la principal potencia industrial del mundo era la Unión Europea, seguida de los Estados Unidos y Japón. En 2014 China desbancó en el segundo puesto a los EUA, pero Europa seguía manteniendo su liderazgo. Dentro del grupo del G8 (los 8 países con las economías más industrializadas del planeta) 4 son estados europeos. Tanto China como la India son rivales importantes en la carrera productiva, pero los sectores en los que se especializan cada uno de estos países son diferentes.

La industria en la UE representa aproximadamente el 30% de la producción y la población activa y cuenta como sectores principales: siderúrgico, químico, maquinaria, metalurgia, automóviles, aeronáutica (gran crecimiento), naval y alta tecnología y robótica (gran crecimiento). En futuras entregas hablaremos con más detalle de los procesos de concentración industrial y las tendencias del crecimiento en Europa.